El shock del presente

Eduardo Arredondo

Ilimitada Codicia, máxima pobreza

Los rasgos más característicos de la presente forma civilizatoria son los extremos de pobreza y riqueza generados. Cada vez es más acentuada la diferencia entre los que poseen muchos bienes y los que casi no poseen nada.
Las 225 personas más ricas del mundo poseen una riqueza de más de un trillón de dólares, y esta misma cifra representa los ingresos totales de la gente pobre del mundo, cuyo número total es de dos billones y medio de personas, lo que constituye la mitad de la población mundial.
El consumo global proyectado para 1998 fue de 24 trillones de dólares, pero 75% de la producción fue consumida por el 20% de la gente, mientras que 2.640 millones de personas carecían y carecen de servicios de salud, de agua potable y padecen malnutrición. En la actualidad 18 millones de personas mueren de hambre todos los años.
En los últimos años, las ventas de las grandes corporaciones se han incrementado, mientras que las producciones del llamado “Tercer Mundo” han decrecido.
El análisis del comercio internacional muestra que la participación en éste de 44 de los llamados países en desarrollo sigue decayendo. Las poblaciones de estos países suman en total un billón de personas, la quinta parte de la población mundial.
Los países menos desarrollados, que poseen el 10% de la población mundial, unos 500 millones de personas, participan actualmente en el 0.3% del comercio mundial, aproximadamente la mitad de la participación que tenían hace dos décadas.
El 20% de la gente más pobre del mundo percibe actualmente el 1.1% de los ingresos globales, la mitad de lo que percibían en 1991.
La razón entre el 20% de los contribuyentes de mayores ingresos y el 20% de las personas de menos ingresos ha variado en las últimas décadas de la siguiente manera:
En 1960, estaban en proporción de 30 a 1.
En 1991, de 61 a 1.
En 1994, de 78 a 1.
El 20% de la población mundial que vive en los países llamados “desarrollados” consume el 75% de la energía producida, y produce el 67% de los gases y el 90% de los carbonos clorofluorídicos que destruyen la capa de ozono.
¿Cuál es el límite de esta situación?
Es indudable que de persistir con la misma tendencia, las perspectivas de la presente situación serán catastróficas, incluyendo el colapso de la presente forma civilizatoria.
De continuar polarizándose las diferencias entre ricos y pobres, entre países “desarrollados” y países “en desarrollo”, las masas empobrecidas no tendrán sino dos opciones: o la muerte o la acción desesperada de la violencia. Esto trabaría las fuerzas de producción, lo que generaría recesión y consecuentemente desempleo, y estas condiciones son campo de cultivo de nuevas frustraciones, desesperaciones y violencias. La Bomba de tiempo está accionada y explotará a no ser que se tomen efectivas y urgentes medidas.
Es principalmente la avaricia incontrolada de quienes poseen y usan del poder económico la que en este contexto ha roto la Ley de la Fraternidad. Egoísmos e intereses personalistas prevalecen a diario sobre las virtudes naturales de respeto mutuo, solidaridad, cooperación y fraternidad.

La degradación medioambiental
La explotación de los recursos naturales del planeta también tiene un límite. La presente forma civilizatoria viene destruyendo cada minuto 21 hectáreas de selvas tropicales; en cada minuto se consumen 12.000 toneladas métricas de dióxido de carbono, y cada día se utilizan 250.000 toneladas métricas de ácido sulfúrico.
Los daños ecológicos son tan graves que es imposible para las 4/5 partes de la población mundial recorrer el mismo sendero de explotación de recursos naturales que ha efectuado la restante quinta parte, la parte compuesta por lo llamados “países desarrollados”.
El consumismo y la presente forma de producción industrial no pueden continuar, a menos que lo que se busque sea destruir la biosfera, lo que en otras palabras signifca provocar catástrofes naturales.

Población y pobreza
En las presentes circunstancias, existe una relación directa entre el crecimiento poblacional y el aumento de la pobreza. A mayor cantidad de gente, mayor cantidad de pobreza y de intensificación de la pobreza.
La forma en la que la presente civilización se ha organizado incapacita e incluso paraliza a los más desasistidos, en vez de ofrecerles oportunidad de capacitación y prosperidad.

¿Es posible evitar el colapso civilizatorio?

Desde luego. Si el ser humano es el que ha generado el problema, es suya la primera opción y responsabilidad de resolverlo.
Podemos hacer de la vida un Paraíso o un Infierno. Al momento presente estamos dando el último acabado al infierno terrestre, pero si queremos y sabemos, podemos detenernos y cambiar.
La tarea es enorme y difícil, pero, recordando a Confucio, podemos repetir el él: Quizás el sendero por recorrer sea largo, pero date cuenta que está ya debajo de tus pies. Lo que se necesita es buena voluntad y nobleza de carácter para corregir lo equivocado y construir lo correcto.

La Educación integral

Cada individuo es hasta cierto punto lo que la educación haya hecho de él. La presente educación informa sobre conocimientos, pero no forma el carácter en cualidades éticas. Lo que se pretende obtener son altas calificaciones para competir en los mercados laborales y de producción, de cara a conseguir las mayores ganancias monetarias. Los medios que se utilicen no importan. Si se despoja a otros, si se destruye el medio ambiente, si unos obtienen mucho y otros casi nada, todo ello pesa bastante poco en la conciencia moral de la forma de vida contemporáneos. Los resultados de esta situación son el imperio de los egoísmos personales, las separaciones abismales entre ricos y pobres y la avaricia ilimitada de posesión material. Estas condiciones, repetimos, rompen la Ley de Fraternidad humana, la cual no admite divisiones ni indignidades, tanto entre seres de la misma naturaleza como entre seres de naturaleza como entre seres de naturalezas diferentes. La mencionada Ley siempre ha terminado por destruir toda forma civilizatoria que no la haya reconocido y respetado.
Si se quiere salvar la presente situación, urge cambiar el sistema educativo en objetivos, contenidos y valores.

El necesario cambio cualitativo en las personas y el los Estados

Sólo si se cuenta con individuos íntegros, individuos cuyos caracteres hayan sido establecidos en las virtudes, será posible regenerar la sociedad.
Uno de los primeros objetivos es la destrucción de los egoísmos personales y nacionales pues todos somos seres humanos y tenemos derecho a llevar una vida digna, así como la obligación de cumplir deberes individuales y sociales.
No es justo que existan excesos de riqueza y excesos de pobreza en las sociedades. Lo que se posea en exceso debe ir a aquellos que verdaderamente lo necesitan y esto no tanto en un sentido de caridad, sino por comprensión del deber fraternal. Al menos hasta que los pobres aprendan a alzarse sobre sus propios pies y a valerse por sí mismos.
Las filosofías y religiones promueven formas simples de vida, aceptación de lo que la Naturaleza ofrece, moderación. En vez de egoísmo es el altruismo el que debe prevalecer.
Es un imperativo moral eliminar la pobreza en nuestras sociedades. Justicia distributiva significa dar a cada cual lo que necesita y merece, sin que se caiga en lujos ni en carencias.
El egoísmo ignorante con el que los países industrializados vienen explotando la Naturaleza ha de trocarse en una cooperación global mutua, y han de iniciarse nuevos y naturales senderos de prosperidad y progreso.
Dadas las condiciones de la hora presente, en la que hay gente que muere de hambre, malnutrición, faltan servicios de salud, servicios de educación elemental y hay desempleo, es lógico y justo controlar el crecimiento poblacional.
La Tierra es grande y tiene muchos recursos pero estos últimos están mal repartidos, mal explotados y las producciones pésimamente distribuidas. De momento y mientas no se consigan cambios esenciales en las subestructuras educativas, económicas y políticas, el control del crecimiento demográfico es de la mayor importancia. Antes de traer más vidas al mundo tenemos que resolver los problemas de los que ya estamos viviendo. Cuando seamos capaces de eliminar la pobreza, cuando podamos ofrecer educación y oportunidades de realización integrales a cada ser humano, cuando logremos mantener el balance entre recursos naturales y población, entonces se podrán ofrecer posibilidades de un mayor crecimiento poblacional.
Ojalá se lleven a cabo los cambios cualitativos necesarios para salvar lo mejor de la forma de vida presente con el mínimo coste de sufrimiento.