maat

Escrito por Ana María Pliego:

«Grande es la Regla, duradera su eficacia; no ha sido perturbada desde los tiempos de Osiris. La iniquidad es capaz de apoderarse de la cantidad, pero el mal nunca llevará su empresa a buen puerto. No te entregues a una maquinación contra la especie humana, pues Dios castiga semejante comportamiento… Si han escuchado las máximas que acabo de decirte, cada uno de tus designios progresará».- Enseñanza del sabio Ptah-hotep»

Introducción

Forma parte de la naturaleza del hombre el vivir su propia existencia en la Justicia, la Ley y el Derecho. Existe en el hombre una suerte de conciencia primaria y originaria del injusto. Es posible que existan en positivo algunas formas constantes del fenómeno jurídico, algunas estructuras ontológicas de la experiencia normativa reconocibles como universales, instrumentos de nuestra civilización, tal vez propios de las estructuras fundamentales de la experiencia jurídica, que pueden llegar a jugar un rol fundamental en la certeza de que el derecho ha contribuido a edificar los estados modernos, y sobre el derecho como certeza, se tendrá sobre todo que construir el mundo futuro.

Ante la innegable necesidad de un nuevo orden, es preciso buscar los instrumentos para construir este mundo, en orden al legado de la Tradición, en el seno de la Idea de Maat.

Concepto de justicia

H.P. Blavastky, define la justicia asimilándola al Karma, por cuya ley, en virtud de sus operaciones inexorables e infalibles, cada hombre recibe aquella recompensa o aquel castigo que ha merecido, ni más ni menos.

Es la virtud social por excelencia.

Platón la consideraba como la resultante de todas las virtudes, expresión de la unidad armónica que debe reinar en el espíritu, mientras que las demás virtudes responden a un aspecto particular. Antes que Platón, los pitagóricos habían tratado ya de la justicia, que hacían consistir en la reciprocidad y en la proporción, en conformidad con su simbolismo matemático; la asimilaron al cuadro, o sea al número multiplicado por sí mismo. Aristóteles oponía también lo injusto a lo justo, como lo desigual a lo igual.

Cicerón se hacía eco de las ideas romanas sobre la justicia al asignarla como cometido neminem nocero y reddere cuique suum, habiendo quedado como clásica la definición de Ulpiano constans et perpetua voluntas jus suum cuique tribuendi. La justicia es el verdadero fundamento del derecho y expresa la igualdad de las personas ante la ley moral. El origen de todos los conflictos sociales es la falsa concepción o aplicación de la justicia; la ley justa podrá hallar alguna vez dificultades, pero echando raíces en la conciencia colectiva, acabará por imponerse.

La justicia no es una noción relativa; no depende de los hombres, sino de Ra, que fija sus reglas. La Justicia es una cosa divina y por lo mismo está representada por una diosa, Maat, hija del gran dios creador; en otras palabras, la Justicia emana directamente de Dios: La justicia es grande, invariable, segura y no ha sido turbada desde la época de Osiris, que la dio a conocer a los hombres. Los límites de la Justicia son invariables. Es una enseñanza que cada hombre adquiere de su padre. Pero si es verdad que emana de Dios, entre los hombres se traduce por la Ley que representa a la Justicia. Por consiguiente, la Ley se impone a los hombres como la obligación moral. Es la base del orden social, de la propiedad: romper obstáculos a la ley es abrir la puerta a la violencia.

Organización judicial en Egipto

La justicia divinizada está representada por la diosa Maat, la propia hija de Ra. Por ello, los más altos magistrados del país, el visir, los presidentes de sala en la Corte Suprema, los presidentes de tribunales de los nomos, etc., son sacerdotes de la diosa Maat, asociados a la propia voluntad del gran dios. Por esa razón, los funcionarios encargados de presidir los tribunales ocupan los primeros puestos de la jerarquía administrativa y figuran entre «los primeros después del rey» que poseen el insigne privilegio d «agruparse delante del trono del rey» en las ceremonias de palacio.

En Tebas, todos los días, el visir, el gran sacerdote de Maat, debía tener audiencia en la gran sala de columnas del palacio del gobierno, sentado, con vestido blanco, cetro en mano. Ante él se extienden los cuarenta rollos de pergamino en los que están transcritas las leyes. Delante de él, a uno y otra lado de la sala, están alineados los miembros de su Consejo. A sus lados están los escribas dispuestos a copiar sus órdenes.

Acabada la audiencia, el visir es recibido por el rey. Después de haberse interesado por su salud, le pone al corriente de la situación y recibe sus órdenes.

El conjunto de órganos judiciales de todo el país depende del Departamento de la Balanza, en la sede del gobierno central. Está presidido por un miembro el Consejo de los Diez del que dependen los jueces y los funcionarios que sirven en la administración judicial.

El Consejo de los Diez dirigía la totalidad de los servicios administrativos. Entre sus miembros se reclutan todos los jefes de secretos del Consejo Legislativo y los jueces de audiencia de la Corte Suprema. Sus miembros, altos funcionarios que han recorrido una larga escala administrativa o judicial, son llamados a integrar la Corte Suprema y a preparar la labor legislativa del rey bajo la presidencia del visir. Constituyendo así el lazo entre los tres poderes, cuya dirección centraliza en sus manos el visir.

La Justicia, tan sabiamente organizada por los egipcios, constituye el propio fundamento del Estado. Es la más alta expresión por la que se manifiesta el poder real, puesto que es misión suprema del rey, como representante del gran dios sobre la tierra, hacer reinar la justicia.

La creación del mundo, origen de Maat

La cosmogonía, es el acontecimiento más importante porque representa el único cambio real: la aparición del mundo. A partir de entonces, sólo los cambios implicados en los ritmos de la vida cósmica poseen una significación. Pero precisamente en esta periodicidad de los ritmos cósmicos estriba la perfección de lo establecido en los tiempos de «la primera vez».

El primer aspecto de este proceso es el Caos; no el Caos como desorden, sino como infinito, como todo lo que está en potencia para manifestarse algún día. A esta Caos infinito, le sucede la Inteligencia; este segundo paso es la suma de esquemas, de conformaciones, de ideas que permiten adecuar el Caos primero, organizarlo, esquematizarlo. Y, por fin, nos encontramos con el tercer paso del proceso: el Cosmos que ha nacido, que se ha gestado aparte de estos dos elementos primeros; con el Caos que es todo el infinito, con el Teos que le ha dado forma y le ha puesto orden.

Concepto de Maat

Maat aparece como la noción de base de la reflexión egipcia. Considerada tradicionalmente como la «Verdad-Justicia», se sitúa en una perspectiva esencialmente cósmica; el mundo faraónico reposa, según ellos, sobre Maat entre los dioses de una parte, y de la otra, Faraón, intercesor supremo. En el caos de las fuerzas del desorden, Maat instituye la norma, la medida, en todos los órdenes de la creación; las dos esferas, cósmica y social, están ligadas por constantes correspondencias.

La Maat egipcia, no es sólo verdad y justicia, sino también orden y ley… ley, no en el sentido jurídico de una orden proveniente de la autoridad de una soberanía humana o de un legislador divino, sino en el sentido de un orden infalible que gobierna el universo, en su aspecto físico y moral. Los dioses egipcios eran las fuerzas de la Naturaleza, los fuertes cuyo poder se reconocían y la hacen irresistible, pero era tan constante, invariable y reglado en sus operaciones, que no permitía ninguna duda en cuanto a la presencia de una inteligencia siempre viviente y actuante.

Maat, constituye el mito del Estado Fundamental

Hija del Sol, Maat, era la luz al propio tiempo que la Verdad y como luz la diosa daba realidad a los seres y a las cosas. Un objeto cualquiera, para tener un existencia real, debe tener una forma visible, y por consiguiente, únicamente se hace verdadera y real cuando ha sido tocado por Maat, hija del Sol, es decir, después de haber visto la luz, después de haber sido mirado por los ojos de la cara celeste.

El mundo fue ordenado y es confrontado, no por el capricho o la casualidad, sino por una ley determinada y fija que se personificó en la diosa Maat, ley que es a la vez divina y moral, y que no representaba solamente el orden del universo, contra el cual no había apelación posible, sino que representaba asimismo un orden que estaba en consonancia con la moral y la justicia.

Maat engloba a la vez los ritmos naturales y las normas sociales, «Amar», «hacer», «decir Maat», sería entonces superar una simple adhesión al Derecho divino y real: sería adherirse al orden cósmico.

Maat y su influencia en el mundo

La Justicia es dar a cada uno lo que le corresponde, según su naturaleza; La Justicia es la fuerza que transforma las sociedades en Estado, y las personas en individuos. Es urgente lograr el individuo político que habla Platón para acceder al individuo filósofo, pues es la vivencia de la Justicia la que nos lleva al interior del ser humano, despertando la conciencia.

Maat es el equilibrio del universo, su necesaria cohesión, indispensable para el mantenimiento de las formas creadas. Es a la vez el orden universal y la ética que consiste en actuar, en toda circunstancia, de acuerdo con la conciencia que se tiene de este orden universal.

Maat actúa como el principio universal unificando las tres esferas del orden del mundo: cósmico, social e individual. Establece una solidaridad vertical que exige responsabilidades en aumento a los más altos cargos, disminuyendo así los efectos de la desigualdad.

El retorno de Maat

Ved, ha sucedido lo que los ancestros habían predicho; ha proliferado el crimen y la violencia ha invadido los corazones, la desgracia atraviesa el país, corre la sangre, el ladrón se enriquece, se han apagado los sonrisas, los secretos han sido divulgados, los árboles han sido arrancados, la pirámide ha sido violada, el mundo ha caído tan bajo que unos cuantos insensatos se han apoderado de la realeza y los jueces han sido expulsados.

Pero recuerda el respeto de la Regla, de la justa sucesión de días, del feliz tiempo en que los hombres construían pirámides y hacían florecer vergeles para los dioses, de aquel tiempo bendito en que una sencilla estera satisfacía las necesidades de todos y los hacía felices.

Visión de Hermes T.

Para que pueda volver a reinar la Gran Señora sobre este mundo, es preciso que existan hombres capaces de vivir y de hacer vivir Maat. Hombres y Mujeres, que sueñen en volver a instaurar la ética, el orden, la verdad y la justicia que hizo gloriosa en épocas remotas la sagrada tierra de Egipto, que hace posible la felicidad entre los hombres, librando la eterna lucha contra las sombras, para romper las cadenas que atan al hombre al dolor. Pero ciegos ante la realidad, es imposible ver el horizonte de luz; por ello hay un algo de divina Desesperación en los corazones de los que, dewwwando la ignorancia que atenaza nuestro mundo, sienten cómo las sombras se resisten, mientras aquellos que no ven, sufren y creen que éstas son, no obstante, su libertad.

Los nuevos heraldos de la justicia, que visten hoy negras túnicas como la noche que atraviesa la humanidad, negras como el misterio, con la ayuda de su Señora, en su nombre y con los eternos símbolos de acción, blandirán éstos como cuchillos que corten los velos de la ignorancia y el egoísmo, para abrir paso a un nuevo orden donde se presente la doble faz de la Misteriosa.

Maat necesita hombres y mujeres capaces de dar, de ser fraternales, hombres con memoria, a quienes su escucha interior les permita «hacer Maat» a través del Amor y la Sabiduría.

Aquellos que sirven a Maat, no deben olvidar que su acción requiere no sólo una formación exterior, sino además una imprescindible cualificación interior (voluntad, amor e inteligencia).

¡Alégrate, tierra entera! La justicia ha vuelto a su lugar. Vosotros, justos, venid y contemplad todos; la justicia ha triunfado sobre el mal, los perversos han caído sobre su rostro, los ávidos son condenados. – Papiro Sallier

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«La Diosa Maat» por Saiko bajo BY-SA 3.0