Jonn Dee, científico, alquimista y mago

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Escrito por Javier Arriés

Tras muchos de los grandes acontecimientos del siglo XVI se esconde este extraordinario personaje que aseguraba hablar con los ángeles y que posiblemente fuera el inspirador del movimiento Rosacruz. Matemático, cartógrafo, astrólogo, mago, alquimista, inventor, bibliófilo…John Dee sigue siendo una asignatura pendiente para historiadores, científicos y magos. Su influencia se deja sentir todavía entre estos últimos, quienes creen que su legado- la magia enoquiana- permite alcanzar otros niveles de la realidad.

El hombre de las orejas cortadas se sienta, como cada día, delante del cristal. A su lado, absorto en la contemplación de la superficie brillante, permanece John Dee, el señor de Mortlake. La cara de Edward Kellley, el hombre sin orejas, cambia, su mirada se torne vidriosa. Extrañas imágenes aparecen y se suceden sobre la faceta pulida de la misteriosa piedra. Dee comienza a tomar nota de lo que  acontece en el interior del cristal. Sobre el paisaje de otro mundo comienzan a aparecer las figuras ¡y hablan!: <<Cuídate de dudar, rechaza toda sospecha sobre nosotros, por que somos dioses que hemos reinado,reinamos y reinaremos para siempre>>Los extraños seres van y vienenEl improvisado escriba describe las escenas en su diario:<<Vinieron muchos y se posaron sobre la superficie convexa del globo transparente…Algunos son como hombres y mujeres, es decir, de frente parecen mujeres y de espaldas hombres. Los últimos siete danzan, lamen y besan…>>.

Todavía se conservan, en el Museo Británico, las páginas manuscritas de tan inquietante diario. Su autor, uno de los científicos más completos de Occidente; pero también uno de los magos más célebres, John Dee.

Científico apasionado

En 1527, Europa estaba inmersa en una atmósfera de conflicto intelectual y religioso. Los abusos morales de un amplio sector del clero católico provocaron la aparición de diferentes movimientos reformistas que soñaban con restaurar el cristianismo primitivo. Algunos pretendían llevar a cabo la reforma desde el seno de la propia Iglesia; otros iban aun más lejos, identificando al  Papa con el mismísimo anticristo y a Roma con Babilonia. Para desesperación del Emperador Carlos v que soñaba con un Imperio Universal y Católico, el Luteranismo iba ganando adeptos en muchos países del continente. El renacimiento había traído aires nuevos a las artes y  ciencias. Los humanistas, empeñados en retornar al clima intelectual del Imperio Romano, despreciaban la tradición escolástica Medieval, basada en la filosofía de Aristotélica. El conflicto religioso estaba a punto de estallar también en la Inglaterra de los Tudor. En Londres el trece de Julio, Johanna Wild la mujer de Rowland Dee, un noble Galés al servicio del Rey Ingles Enrique VIII, dio a luz un varón que fue Bautizado con el nombre de John. El joven Dee ingresó a la universidad de Cambridge cuando tenía 15 años. La reforma educacional de los humanistas ya había llegado hasta allí. El estudio de la Lógica la matemática y las ciencias había perdido buena parte de la importancia que tuviera en la escolástica medieval a favor de la retórica y la gramática. Dee se familiarizó allí con las doctrinas humanistas y, por tanto, con el Griego y el Hebreo, que tan útiles  le habrían de ser más adelante en la lectura de obras sobre magia, cábala y alquimia. Sus disciplinas favoritas eran las artes y las ciencias, a las que consideraba una herramienta eficaz tanto para lograr el bienestar del hombre como para desentrañar los misterios últimos del Universo.
Poco después encontramos Dee, gracias a una beca, en el Trinity Collage. No satisfecho con los conocimientos científicos  adquiridos en Inglaterra inició, en 1547, el primero de sus muchos viajes.

Se desplazó hasta los Países Bajos para estudiar navegación, Geografía y Cartografía. Pocos meses después regresó a Inglaterra, llevando consigo instrumentos nunca vistos hasta entonces en su país. Comenzó así su aportación al desarrollo de las ciencias navales, que contribuyeron en gran medida a la expansión marítima en Inglaterra.

Su fama fue en aumento. Matemáticos, cartógrafos y marinos iban a consultarle y a estudiar con él; muchos nobles le pedían que se encargara de la educación de sus hijos e incluso fue invitado a dar conferencias sobre matemáticas en diferentes facultades de Oxford. Por puro entretenimiento, estudió leyes durante su estancia en Lovaina y recibió el título de doctor. Antes de partir hacia Paris pasó por la Corte del Emperador Carlos, en Bruselas. Tenía entonces 25 años y una gran fama.

La aportación de Dee a la ciencia de su tiempo es algo que comienza a ser motivo de gran interés para los historiadores. Pero, si su relevancia fue tanta, ¿Cuál es la causa del muro de silencio que ha pesado de su persona?, ¿Por qué su figura no aparece junto a las de Newton o Roger Bacon?.

El alquimista

La respuesta hay que buscarla en la naturaleza de algunos de sus estudios. Dee no sólo manifestó un enorme erudición en las disciplinas más o menos ortodoxas de su tiempo. El hermetismo, la alquimia y la magia cabalista fueron sus auténticas pasiones, justo en un momento en que la inestabilidad religiosa –una vez superado el Renacimiento Inglés-, convirtió en lo que antes eran respetables doctrinas en nigromancias demoníacas. La imagen de Dee ha llegado hasta nosotros distorsionada por el perjuicio que le ha catalogado de nigromante o de personaje supersticioso e irracional.

Cuando   Dee  dejó Cambridge, ya había comenzado a interesarse por el hermetismo y la cábala, expuesta en parte esta última en la obra de Cornelius Agrippa, el archimago del Renacimiento, que una generación antes había estado en Inglaterra. Alrededor de 1570, el doctor Dee se estableció en la casa que poseía su madre en la  villa de Mortlake. Tuvo que hacer reformas en ella para dar cabida a sus  múltiples colecciones de objetos científicos y antiguos, recibir a los estudiantes que iban a consultarle y lograr espacio para su tremenda biblioteca, en cuyos volúmenes y manuscritos, algunos de ellos muy antiguos, gastó enormes cantidades de tiempo y dinero. En 1583, su catálogo comprendía 4.000 títulos, una colección más amplia que cualquiera de las que existía en Inglaterra, incluidas las de las Universidades, y que competía con las mejores del Continente. No faltaban, por supuesto, las obras de alquimia, que Dee estudió tanto en la teoría como en la práctica. Pero su entrada en la alegría de los alquimistas célebres vino de la mano de un polémico personaje.

El 10 de marzo de 1582, un extraño se presentó ante Dee. Decía llamarse Edward Talbot (su verdadero apellido era Kelley) y tenía unos 30 años. Poseía grandes conocimientos en el desciframiento de escrituras arcaicas e inglés antiguo y había sido secretario del mago Thomas Allen, con quién aprendió filosofía oculta. Bajo su bonete se ocultaba una fea mutilación: le habían amputado las orejas en Lancaster por un asunto de falsificación de documentos.

Según su wwwimonio, en el transcurso de un viaje por el país de Gales se detuvo en una posada donde entabló conversación con el mesonero. Al salir a relucir sus conocimientos sobre lenguas antiguas, el posadero le mostró un manuscrito que nadie había podido descifrar. Kelley se dio cuenta en seguida de que estaba ante un escrito alquímico. El mesonero, un conocido prowwwante afirmó que lo había encontrado durante la profanación de la tumba de un obispo católico. Esperaba encontrar riquezas y tesoros, pero sólo había hallado el manuscrito y dos bolas. Una de ellas se había roto, dejando al descubierto su contenido, un polvo rojo y pesado. La otra esfera contenía un polvo blanco. De vez en cuando, entretenía a ala clientela mostrando dichos objetos. Kelley se dio cuenta inmediatamente de que aquello podía ser el polvo de proyección, capaz de transmutar el plomo en oro, y compró la bola, el manuscrito y el polvo rojo al posadero por una cantidad ridícula. Convencido de que necesitaba un experto para descifrar los términos herméticos del manuscrito, escribió al famoso doctor Dee para concertar una entrevista. Y allí estaba, ofreciéndose como médium al mago y dispuesto a hablarle del manuscrito.

Fueron juntos a la casa de un orfebre conocido del doctor, para  probar la calidad del polvo. Se afirma que consiguieron convertir una libra de plomo en oro muy fino. Sea como fuere, Dee salió convencido de la prueba y se asoció a Kelley. Por aquel entonces, un noble polaco, Alberto Laski, viajaba por Inglaterra y no quiso desaprovechar la oportunidad de conocer a Dee. El 25 de mayo de 1583, ante la insistencia de Laski, Dee llevó a cabo una sesión en la que fue invocado un ángel. Después de aquello el noble las invitó a su castillo de Cracovia y les dio cartas de presentación para el Emperador Rodolfo II, quién desde su corte en Praga auspiciaba la investigación alquímica.

Viaje a Praga

En 1584 encontramos a Dee y a Kelley en Praga. Hicieron algunas transmutaciones en público, ante wwwigos ilustres de la categoría de Nicolás Barnaud y Tadeo de Hayek, ambos médicos, quienes verificaron todas las condiciones de los experimentos. El mismísimo mariscal de Rosemberg, para quién la alquimia era mera superchería, recibió de Kelley tres granos de polvo con los que, en soledad, y siguiendo sus instrucciones, obtuvo media libra de oro puro. La reputación de Kelley entre la alta sociedad creció vertiginosamente, hasta el punto de que desatendía los buenos consejos de Dee, quién le instaba a no gastar un polvo que aún no habían conseguido elaborar por sí mismos.

Las fabulosas transmutaciones llegaron a oídos de Maximiliano II, padre de Rodolfo II, ante quien Kelley hizo una demostración tan convincente que el emperador le nombró mariscal de Bohemia. A partir de entonces, ebrio de fama y fortuna, presumió de ser capaz de fabricar cualquier cantidad de polvo para transmutar. Maximiliano le ordenó fabricar varias libras y el pobre infeliz tuvo que negarse, por lo que fue arrestado. Solicitó la ayuda de Dee, y ambos fueron conducidos a Praga para continuar sus estudios. Incapaz de producir el polvo, Kelley perdió los estribos y mató a uno de los guardianes, por lo que fue encerrado en el castillo  de Zerner. A petición de Dee, la propia reina de Inglaterra trató de interceder por Kelley, pero sin resultado alguno. Finalmente, éste intentó la fuga, pero la escala de sábanas que empleó para ello se rompió y se partió las piernas y dos costillas. Murió en 1597, probablemente a causa de sus heridas.

¿Padre de la Rosacruz?

Parece evidente que las únicas ambiciones de Kelley eran la fama y la fortuna. Dee, sin embargo, mostraba un interés científico por la alquimia y sus múltiples viajes por Europa durante esa época parecen haber sido una excusa para llevar a cabo actividades relacionadas con ciertas sociedades herméticas.

Durante el Renacimiento, la visión geocéntrica de la Edad Media abrió el camino a una nueva era en la que el hombre debía convertirse en medida de todas las cosas. Pero además se pretendía buscar un marco mayor, un sistema perfecto aplicable a todas las filosofías, saberes y actividades humanas, incluidas la ciencia, la religión y la política. Los adalides de esta búsqueda filosófica se basaban, entre otras muchas disciplinas tradicionales, en la cábala y las doctrinas de los pensadores herméticos helenos y egipcios. Para ellos, la sabiduría última, teórica y práctica, estaba en este corpus de pensamiento, herencia de los sabios de la antigüedad. Dee pertenecía a esta categoría de magos renacentistas; era un eslabón en la cadena de Hermetistas representada por el cronista de CarlosV y archimago Cornelio Agrippa, cuya obra Filosofía Oculta era uno de los libros de referencia obligados para los seguidores de la tradición hermético-cabalística. Es bien conocida la afición de Dee por la historia y las antigüedades de Inglaterra, y sus relaciones con importantes personajes de la vida política y cultural de  la corte de Isabel, la Reina virgen. Alrededor de la figura de la soberana había surgido todo un renacimiento del mito de la caballería artúrica. Isabel y la dinastía de la que procedía, los Tudor, eran, a los ojos de caballeros y cortesanos, vástagos de la dinastía del rey Arturo. John Dee, emparentado con la Reina, según él mismo afirmaba, no era ajeno a la creación de esta atmósfera e incluso llegó a ser apodado Merlín. Toda la obra de Dee parece un enorme plan para traer la reforma religiosa a Europa. En ese plan, Inglaterra estaría llamada a ser la unificadora política mediante la resurrección de los viejos mitos británicos entroncados directamente con la caballería medieval y la cultura celta. Un proyecto ambicioso que fracasaría desde el punto de vista político, pero que dio extraños frutos años después. Dee escribió muchas obras, algunas de las cuales no se conservan. Una de las más significativas fue su Mónada Jeroglífica, donde realizaba un compendio de todo su pensamiento filosófico y hermético bajo un símbolo compuesto por las representaciones de los planetas, asimilados a su vez a los principios alquímicos. El manuscrito, dedicado al Emperador Maximiliano II, se publicó en 1564 y su influencia entre los hermetistas de Alemania fue impresionante. Tras algunos viajes por este país, donde se entrevistó con personajes importantes relacionados con a política y los estudios herméticos, permaneció entre 1586 y 1588, como huésped del conde Villem Rozmberk, miembro de una noble familia bohemia profundamente involucrada en actividades alquímicas y esotéricas. El 27 de julio de 1589, mientras se encontraba en Bremen, recibió la visita de Khunrath, famoso esoterista y hermetista al que siempre se ha asociado con el movimiento Rosacruz. De hecho, un año después de la muerte de Dee, en 1609, Khunrath publicó su famoso Anfiteatro de la Eterna Sabiduría, donde se aprecia la enorme influencia que el mago inglés ejerció sobre el autor, al que se considera el paso de transición entre el sistema de Dee y el pensamiento rosacruz.

Su influencia en Europa

En 1589, John Dee abandonó Bohemia para volver a Inglaterra. Su influencia se dejó sentir en todos los lugares por donde pasó en su viaje de regreso, justo aquéllos en los que en años posteriores surgieron los círculos y publicaciones asociados al movimiento rosacruz. Todo parece indicar que un extraño maremagnun de grupos y sociedades secretas relacionadas entre sí, y afincadas en los lugares visitados por Dee, vivían un momento de extraordinaria actividad. En algunos casos, Dee pudo haber sido ajeno a su surgimiento; en otros, la influencia del doctor inglés parece indiscutible. Curiosamente, pocos años después, en 1614, se publicó en la ciudad de Hessel la Fama Fraternitatis, el primer manifiesto rosacruz. Un año más tarde, en la misma ciudad, se publicó el segundo, la Confessio, junto a un pequeño tratado en latín tituladoBreve consideración de una filosofía más secreta, basado claramente en la Monas Hieroglyphica de Dee. En 1615 vio la luz una curiosa obra, Las bodas químicas de Christian Rosenkreutz, atribuida a Johannes Valentin Andrea, en una de cuyas páginas aparecía claramente el símbolo de la Monas Hieroglyphica.

Andreae, profundamente interesado en la alquimia, formaba parte del llamado Círculo de Tubinga, que reunía a personalidades y eruditos versados en la Cábala y la magia ceremonial. Los contactos del círculo y su doctrina se remontaban hasta Agrippa, tal vez a Paracelso, e incluían a discípulos de Simón Studion, el autor de la Naometría,obra que se centraba en una hipotética Orden de Joachim y una Confederatio Militiae Evangelicae, en las que muchos investigadores han visto prefigurado el movimiento rosacruz. Todo parece indicar que el término de la Rosacruz, como en alguna ocasión advirtió el esoterista René Guénon, no alude a una organización, sino a individuos que han alcanzado un grado iniciático de sabiduría. Si John Dee estuvo relacionado con dicha cadena iniciática, su simbolismo y algunas de sus doctrinas habrían calado profundamente en diversos príncipes y pensadores prowwwantes, muchos de los cuales buscaban en secreto una alianza contra las fuerzas papistas.

Ángeles en los cristales

A su llegada a Inglaterra, Dee fue inmediatamente recibido por la Reina, pero ésta, ya anciana, no tenia el poder unificador que antaño ejerciera sobre la nobleza, y muchos de sus amigos habían muerto o caído en desgracia. Lejos de reconocerse los éxitos de su misión en Europa, el doctor se encontró con una atmósfera hostil. La fiebre por la cacería de brujas y la sospecha hacia todo lo que sonara a magia y esoterismo le habían ganado una injusta fama de hechicero. Se rumoreaba que la pensión de cien coronas que recibiera de Eduardo VI se debía a algún favor de carácter mágico. Poco después, cuando Eduardo fue sucedido por María Tudor, Dee realizó el horóscopo de la reina y de Felipe II. Por entonces, Inglaterra se debatía en un conflicto religioso que enfrentaba a los católicos, partidarios de María Estuardo y del monarca español, y los prowwwantes, cuyas esperanzas se centraban en la joven hermanastra de la reina, la princesa Isabel. A través de una de sus damas de honor Isabel entró en contacto con Dee. Para tranquilizarla sobre su suerte el doctor le mostró los horóscopos de María y de Felipe. Las acertadas previsiones de Dee pronosticaban el futuro ascenso de Isabel al trono y el inminente fallecimiento de María.

Desgraciadamente, dos espías de María dieron cuenta de las relaciones entre Dee e Isabel, y el doctor fue acusado de tratar de inducir, mediante magia negra, la muerte de la reina. Esto le costó una temporada en la cárcel. Al conseguir demostrar su ortodoxia religiosa consiguió escapar a la hoguera. Poco después, la reina María fallecía e Isabel ascendía al trono, nombrando a Dee su asesor astrológico. Él mismo se encargó de escoger la fecha de su coronación empleando para ello, la llamada astrología electiva. Sus experimentos con la magia ceremonial obtuvieron resultados insólitos en 1582. Según refleja en su diario, tuvo éxito en diferentes ceremonias de invocación angélica llevadas a cabo en su casa de Mortlake, especialmente en las realizadas mediante lo que él denominaba piedra de la visión, un cristal convexo negro y excepcionalmente pulido que utilizaba para obtener visiones de entidades y conversar con ellas. Con objeto de entablar contacto con los ángeles, Dee se valió de diferentes médium a los que inducía a mirar en el cristal. Éstos indicaban lo que veían y el doctor apuntaba todo en su diario, así como las instrucciones recibidas de las entidades celestiales. Entre los médium que afirmaron haber tenido percepciones de éste tipo se encontraba el propio hijo de Dee, Arthur, pero fue Kelley, su socio en las labores de alquimia, quién resultó ser el sujeto perfecto para sus experimentos. El resultado de ésta colaboración fue un sistema mágico original, un método sistemático para  trabajar con fuerzas y poderes fabulosos y una llave para forzar la entrada en otras dimensiones, mundos de extraños paisajes y habitantes en cuyas manos estaba la clave de otras realidades, incluida la nuestra.

Dee habría recibido de los ángeles sellos, sigilos, tablas mágicas y toda suerte de instrucciones para adentrarse en universos paralelos al nuestro. Las llamadas tablas de Enoch, junto al famoso sello de Ameth (verdad en hebreo), ambos sobre un altar, debían taparse con una tela de seda roja orlada de verde que cubriera completamente la mesa. Sobre la tela se colocaba la piedra de la visión, la bola de cristal, el espejo mágico…de ésta forma, la visión se acrecentaba de sobremanera. Las tablas de Enoch, alguna de las cuales Dee colgaba de su cuello, protegían al oficiante de los espíritus malignos que pudieran ser atraídos por el ceremonial. Dee se servía también de un anillo, depositado sobre la mesa, según decía, por el propio arcángel San Miguel. Así pertrechado y con la ayuda de Kelley, Dee consultaba los ángeles, para descubrir los misterios del universo y recibir instrucciones sobre sus actividades en el mundo material. El corazón del sistema mágico de Dee era un extraño lenguaje, recibido directamente de los ángeles, según él, mediante la piedra de la visión. Dee lo denominó “lenguaje enoquiano”, claves de Enoch, el profeta que “anduvo en compañía de Dios 300 años” (Génesis, 5,22-24) y luego “fue trasladado sin experimentar la muerte; y no se le encontró más”8 Hebreos,11,5). Su importancia dentro del método ceremonial empleado por el doctor es tal que todo el corpus que le fue inspirado es conocido actualmente como magia enoquiana.

La visión del Universo

Según Dee, las palabras del alfabeto enoquiano fueron dictadas letra a letra por un ángel que las iba señalando sobre un cuadro, de atrás hacia delante, para evitar que el poder encerrado en ellas causara una catástrofe. Cada palabra sería un hombre, hasta entonces desconocido, de Dios o de sus ángeles. Las letras del lenguaje enoquiano se inscriben en cinco tabletas atribuidas a los cuatro elementos y al éter, la quintaesencia de la que emana todo. Estas tablillas enóquicas, dispuestas en un arreglo que escondería los poderosos nombres ocultos de Dios y de sus ángeles, sirvieron a Nelly para obtener lo que Dee llamó “ visión del plano elemental del universo o del cosmos enóquico”, el mundo de enoquia, en cuyos límites estarían establecidas las cuatro atalayas de los elementos, un concepto que recuerda a los cuatro castillos de los vientos y los mundos elementales de la mitología celta, bien conocida por el mago inglés.

Dee aseguraba haber recibido treinta potentes invocaciones o éteres en enoquiano, con las que poder introducirse en ese extraño cosmos. Las entidades que lo habitan, según wwwimonio del propio Dee, también podían ser traídas hasta nuestro continuum espacio-tiempo y a menudo los ángeles salían del cristal para conversar con el doctor y su médium. En una ocasión, aseguraba Dee, una entidad se paseó por la habitación conversando con ellos en inglés, aunque con un extraño acento. ¿Un viajero del futuro? ¡Quién sabe! El caso es que los rumores y las extrañas experiencias del mago y su ayudante contribuyeron sobremanera a acrecentar la fama que Dee tenía ya como brujo y nigromante y sus últimos años, hasta su muerte en 1608, fueron un triste paseo por el descrédito y el olvido. Incluso desapareció la mayor parte de su inmensa biblioteca en un incendio provocado por una chusma enloquecida con la fiebre de la cacería de brujas, que sembró Europa de horcas y hogueras. El sueño de la reforma hermética, la edad del conocimiento y de las artes, se difuminaba en un panorama oscuro y sangriento.

Más Información

John Dee. The world o fan elizabethan magus.
Peter j. French & Kegan Paul. Londres, 1972
La filosofía oculta en la época isabelina.
Frances A.Yates. FCE.México, 1982.
La mónada jeroglífica. John Dee. Obelisco Barcelona, 1992

Imagen

Retrato de Jhon Dee