Cartas del divino Platón

Transcribimos en esta sección una de las tantas cartas atribuidas a Platón. Muchas de ellas han sido en algunos casos consideradas escritas por otro. Sin embargo los estudios filológicos han demostrado últimamente que hay más argumentos para suponer que el autor de la mayoría de éstas son de Platón.
En general la vida de personajes del calibre de Platón, individuos que no sólo han dejado huella, sino que siguen siendo referente en diversos campos de la filosofía, la historia, la ciencia, la política, etc., son dignos de ser estudiados. Pero no precisamente como artículo anecdótico y de información “cultural”, sino a manera de generar cierto compromiso con sus enseñanzas en términos éticos. Platón, como muchos, peleó en un ambiente hostil, de incomprensión e intolerancia y de poca libertad de conciencia y de expresión. Sus planteamientos en el ámbito de la política, sirvieron de fuerte crítica a la situación que vivía Grecia. La difusión de la mentira, la tiranía, y la persecución ideológica era lo que Platón desenmascaró. Se observa a través de sus cartas, que vivió incluso ser vendido como esclavo. Pero, su arraigada claridad ideológica, lo llevó no solamente a fundar la academia, sino convertirse en uno de los referentes fundamentales del pensamiento, al punto que hubo padres de la iglesia que llegaron a decir que si Platón hubiera sido cristiano, habría sido como un profeta, es decir, su único pecado fue no haber nacido en la época cristiana.
Pero siempre hubieron quienes lo salvaron, los que tomaron a Platón dándole el lugar que le correspondía, como ejemplo vivo de algo que radica en lo profundo del hombre y es esa viva búsqueda del verdadero encuentro consigo mismo, la verdadera razón de ser del hombre, la que ha servido quizás para hoy poder llegar a este siglo, creyendo que todavía hay mucho por hacer, que si bien hay muchos equívocos en la política mundial, todavía hay esperanzas. Personajes como Plotino, que fundó la escuela neoplatónica, no sólo rescató las enseñanzas del divino Platón como lo llamaría la maestra HPB, sino que intentó fundar una ciudad bajo las enseñanzas de la República, es decir Platonópolis. También en la época medioeval se tomó a Platón y en el Renacimiento nació nuevamente la Academia a instancias de Marsilio Ficino y la familia de los Medici.
En la presente carta vemos a Platón escribir decepcionado por el trato recibido en Siracusa, donde, se le había elaborado la idea de fundar una ciudad a la manera de la República. Pero el filósofo era “pernicioso” para el hijo del tirano de Siracusa, Dioniso, pues rompía los esquemas mentales ambiciosos del gobernante para el futuro del país. Motivo por el que se le dio la pena de muerte Platón y salvado por Dion el hijo, es vendido como esclavo.
Por otro lado Platón nos muestra la entereza e hidalguía que caracterizan a individuos cuyo valor radica fundamentalmente en su sabiduría, por ello devuelve el poco dinero que se le habría entregado para poder retornar a Atenas y conmina al tirano al posible sufrimiento de modificar sus actitudes con su gente.

C A R T A I

PLATÓN A DIONISIO:

Durante mi larga permanencia junto a vos, cuando era el ministro favorito de vuestro poder, vos os llevabais todos los beneficios y ventajas, y yo soportaba las calumnias, por muy duras que éstas fuesen, puesto que, yo bien lo sabía, ni una sola de vuestras crueldades podía parecer se hubiera cometido con mi consentimiento : todos aquellos, en efecto, que han tomado parte en vuestra administración y gobierno me son wwwigos de ello, aquellos a quienes, en tan gran número, he socorrido y a quienes he salvado de grandes castigos. Así, pues, luego de haber sido frecuentemente colocado como señor al frente de la vigilancia de vuestra ciudad, he sido despedido más ignominiosamente de lo que sería decoroso hacer con un mendigo, y he sido echado por vos con la orden de hacerme a la mar, ¡yo que tanto tiempo había pasado junto a vosotros!
Yo pensaré para en adelante en escoger un género de vida que me aleje más de los humanos, y tú, siendo como eres un tirano, quedarás rodeado de soledad y aislamiento. La brillante suma de dinero que me has dado para mi partida, Bacqueio, el portador de esta carta, te la devolverá: era insuficiente para los gastos del viaje, a la vez que carecía de toda utilidad en otros aspectos. Ella no podía procurarte a ti, el dador, más que la peor de las deshonras, y casi la misma a mí, si la aceptaba. Por este motivo la rechazo. Evidentemente, para ti carece de importancia el recibir o dar una suma de dinero como ésta; así, pues, tómala de nuevo y corteja con ella a algún otro de tus amigos, de la misma manera que me cortejaste a mí mismo; he sido, en efecto, suficientemente cortejado por ti. En cuanto a mí, no me queda más que repetir el dicho aquel de Eurípides: cuándo un día veas que todo se derrumba, desearás vehemente tener un hombre así a tu lado.
Recuerda también, te lo ruego, que casi todos los poetas trágicos, al representar a un tirano sucumbiendo a los golpes de un asesino, hacen que exclame:
Privado de amigos, mísero de mí, muero, en cambio, ninguno de ellos lo hace morir falto de dinero. Y así, también los versos siguientes suelen gustar bastante a los espíritus sensatos: ni el oro brillante, tan raro en la desesperanzada vida de los mortales,
ni el diamante, ni el resplandor de los lechos de plata, maravillosa riqueza de los humanos, ni, sobre la tierra inmensa, las llanuras cargadas de frutos, valen entre las personas de bien lo que la íntima compenetración de los pensamientos .
Adiós. Reconoce los grandes errores que has cometido conmigo, a fin de que trates mejor a los demás.