Dafnis

A Dafnis, pastor de Sicilia, hijo de Mercurio y de una ninfa, enseño el mismo Pan a cantar y ejecutar en la flauta. Fue protegido por las musas que le inspiraron el amor a la poesía. Dícese que fue el que antes sobresalió en la poseía pastora. Los pastores llevaban antes de él una vida salvaje. Supo civilizarlos: les enseño a venerar y honrar a los dioses, propagando entre ellos el culto de Baco que él celebraba solemnemente. Era muy querido por los dioses y los hombres, y notable por su belleza y discreción. Las ninfas le lloraron a su muerte; Apolo y Pan, seguían sus pasos, abandonaron la campiña y la tierra se volvió estéril o se cubrió de espinas y abrojos.

Pero Dafnis fue admitido en el Olimpo, y una vez recibido entre los dioses tomó bajo su protección a los pastores y ganados. La campaña cambió de aspecto cubriéndose de verde, flores y mieses. En las montañas no se oyeron sino gritos de alegría y cantos alegres. En las rocas y los bosquecillos resonaban estas palabras: “Dafnis, si, Dafnis es un dios”.

Tenía sus templos y sus altares; se hacían libaciones en su honor, como a Baco y Ceres y, para los habitantes de los campos, casi era otro Apolo que se ejercitaba también en la caza; y tal encanto derramaba en su derredor este cazador divino, que sus perros se dejaron también morir de dolor después de su muerte.