El perfume en la historia

6782321291_4deba31165_zEscrito por Carmen Vilchez –

Desde los tiempos más antiguos, la Humanidad se ha servido del reino vegetal como de un manantial inagotable de bienestar. Y es aquí donde nace la perfumería.

La Ciencia proporciona al perfumista los elementos, cortezas, ramas, raíces, flores y extractos de origen animal; pero la mezcla de los diferentes elementos es, sin duda alguna, un verdadero Arte comparable con la música y la pintura.

El perfume tiene un valor particular en las relaciones de los seres humanos; influyen inconscientemente sobre la atracción o repulsa de otra persona, puede crear una aureola de misterio, despertar pasiones o alterar actitudes.

Como todas las Artes antiguas, el origen de la perfumería se encuentra envuelto en la oscuridad. Algunos afirman que fue descubierta en Mesopotamia, otros sostienen que en Arabia; de ahí su nombre de “Tierra de los perfumes”.

La palabra perfume, que significa per, a través de, y fumum, humo, indica que se obtuvo en su origen quemando maderas y resinas aromáticas; más tarde se le añadió grasa animal.

Los perfumes han sido en todas las culturas parte esencial de sus ritos o cultos; los altares de Zaratustra y de Confucio, los templos de Menfis y Jerusalén humeaban de incienso y maderas aromáticas. La perfumería fue estudiada y desarrollada por todas las culturas; fue transmitida por los egipcios a los judíos, después a los asirios, griegos, romanos, árabes y finalmente se extendió por toda Europa.

Se cree que han existido dos corrientes principales de desarrollo histórico en el arte de la perfumería, que culminaron en el culto del aroma tal como hoy lo conocemos. Una corriente era esencialmente mágico-religiosa, basada en el  concepto animista primitivo que se relacionaba con el alma del objeto sacrificado, mientras que la otra puede rastrearse hasta una antigua forma de magia cosmética dirigida a la preservación mediante la protección del cuerpo contra el ataque de los malos espíritus.

El uso de los perfumes como antídoto de la enfermedad era de gran interés para los alquimistas de los viejos tiempos.

Los egipcios asociaron el perfume con la inmortalidad; obsequios funerarios, en vasijas de alabastro o vidrio. En algunas tumbas faraónicas se han descubierto fórmulas de perfumes grabadas en los muros y en los ungüentarios que, al abrirlos, aún desprendían aromas después de más de dos mil años.

Los perfumes en Egipto no sólo eran utilizados en los cultos religiosos, sino también estética y socialmente. En los banquetes era costumbre, como señal de estimación, colocar en la cabeza de los invitados conos aromáticos de grasa perfumada, que se iba derritiendo lentamente.

El hombre en el antiguo Egipto daba por supuesta la supuesta existencia de un animus o alma que habita todo objeto, así como todo objeto, así como en los alimentos que ofrecían a sus Dioses; éstos, al no ser físicos, no podrían consumir alimento sólido, por lo que transformaban éste en humo, quemando las ofrendas, para que los Dioses pudiesen asimilar el espíritu o esencia del alimento representado por el humo que se elevaba del Altar.

Los Reyes Magos adoraron a Jesús, el Cristo, ofreciéndole otro, incienso y mirra como signo de realeza y dignidad. Así, el perfume tuvo un simbolismo sublime y excelso.

Babilonia fue el jardín aromático más importante del mundo entero.

La mayoría de los primeros perfumes eran de carácter floral; posteriormente aparecieron en la historia las secreciones animales. La mirra, una de las resinas gomosas, fue uno de los más importantes perfumes utilizados en la Antigüedad, antes de que el revolucionario descubrimiento del alcohol pudiera.

En la cultura hebrea, el incienso simbolizaba expiración, autoridad y poder, y se creía que el humo era el vehículo mediante el cual las oraciones del hombre eran enviadas a los Dioses; ayudaba también al Alma en sus ascensión al Cielo.

Los japoneses sostenían que los Angeles de Buda llenaban el aire con aroma de flores.

En América, los aztecas ponían flores de olor dulce en las tumbas de sus familiares.

En la antigua India se utilizaron ungüentos perfumados con fines cosméticos, de lujo, ceremoniales y medicinales: se ofrecía agua de rosas a los huéspedes en la hora de las huéspedes en la hora de las comidas y los cabellos de las mujeres eran cuidadosamente arreglados con aceites después del baño.

Entre los romanos fue costumbre derramar aceites aromáticos sobre las cenizas de sus muertos.

Otro importante aspecto del uso ceremonial de los aromas estaba relacionado con el arte de la profecía. Ha sido una costumbre universal el quemar hierbas y plantas sagradas en los fuegos de los templos mientras se intentaba entrar en comunicación con el mundo espiritual.

El conocimiento del arte del perfumista se fue difundiendo gradualmente por todo el mundo antiguo y se extendió por Europa mediterránea, principalmente en Grecia, donde su invención fue adscrita a los Dioses.

Los griegos sostenían la creencia de que los aromas actuaban favorablemente sobre la mente y restauraban la salud. Parece ser que el hombre preindustrial poseía muchas cualidades mentales que han perdido sus descendientes comercializados y menos felices.

Los romanos aprendieron el arte de la perfumería de los griegos. El Imperio Romano proporcionó un gran mercado a los aromas y especias costosos importados del lejano Oriente.

Con la caída del Imperio Romano llegó la Edad Media y los pioneros del cristianismo condenaron los inciensos y perfumes como supervivencias del paganismo que habían de ser rechazadas para salvar el alma.

Los árabes continuaron practicando las artes de la perfumería. Más tarde, por mediación de las Cruzadas y a través de España, los perfumes se fueron introduciendo en Europa. Pero fue en el siglo XV cuando comenzó el verdadero interés por el arte de la perfumería.

Todas las Grandes Artes no se sabe cómo, ni quién nos las ha legado; lo que si sabemos es que no tienen caducidad, que con el correr de los siglos siguen estando ahí

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«Love Stories Perfume» por Vetiver Aromatics bajo BY SA 2.0