Franz Tamayo

(1879-1956)

Político, Poeta, Políglota y escritor boliviano, elegido presidente de la República en 1934. Nacido el 29 de febrero de 1879 en La Paz, compaginó su vocación como escritor con la vida política, gozando de gran popularidad. Adscrito al Partido Radical, fue diputado, presidente de la Cámara, embajador ante la Sociedad de Naciones y ministro de Relaciones Exteriores. En 1934 fue elegido presidente de la República, pero no pudo tomar posesión del cargo debido al golpe militar dirigido por José Luis Tejada Sorzano. Tamayo dirigió el periódico El Hombre Libre y fundó El Fígaro. Por su obra poética está considerado como el mejor representante del modernismo en Bolivia. Entre sus obras destacan: Odas (1898), Proverbios sobre el arte, la vida y la ciencia (1905), La Prometeida (1927), Scherzos (1932) y Epigramas griegos (1945). Falleció el 29 de julio 1956 en La Paz.

BALADA DE CLARIBEL

En la desolada tarde,
Claribel,
al claror de un sol que no arde,
Claribel,
me vuelve el amante alarde,
aunque todo dice: “es tarde,
Claribel”.

Lleva en sus alas el viento,
Claribel,
tu nombre es un lamento,
Claribel,
y en vano en mis ansias siento
volar tras aquel concentro,
Claribel.

Voz con que pía ausencia,
Claribel,
saudade, canora esencia,
Claribel!
Añoranza, transparencia
que la ausencia hace presencia,
Claribel!

Mar profundo y alto monte,
Claribel,
¿es posible que transmonte,
Claribel,
tras el húmedo horizonte,
y que las nieve remonte,
Claribel?.

El tiempo es por siempre ido,
Claribel,
y eres quizás todo olvido,
Claribel,
Más yo, iluso descreído,
aún pienso que me has querido,
Claribel.

El pan amargo que muerdo,
Claribel,
hecho está de tu recuerdo,
Claribel,
y el pasado nada cuerdo
es un sueño en que me pierdo,
Claribel,

Oh mañana azul y rosa,
Claribel,
en que te vi, mariposa,
Claribel!
Reina y mujer, niña y diosa,
Oro, nácar, nieve y rosa,
Claribel!

Cantaba en el aire un ave,
Claribel,
suave cual la suave,
Claribel,
y unía al plumado clave
dulce risa y lloro grave:
Claribel!.

Una música escondida,
Claribel,
eres por siempre en mi vida,
Claribel,
maná de mi eterna herida
lecho rosa y luz florida:
Claribel!.

Vierte mi labio un perfume,
Claribel,
musgo y clavel que resume,
Claribel,
mirra que eterna zahume
óleo que no se consume,
Claribel!.

Tu nombre dulce y cruel,
Claribel,
sabe a fresa e hidromiel,
Claribel,
son de encantado rabel
hay un sortilegio en él,
Claribel!.

De un nigromante el compás,
Claribel,
trazó en mi alma “nunca más
Claribel”,
y así mis ojos jamás
como el alba volverás,
Claribel!.