La ciencia y el esoterismo ante los cataclismos geológicos y las glaciaciones

Uno de los aspectos del latir vital de nuestro planeta son precisamente estas etapas rítmicas de desgaste-renovación que experimenta periódicamente la corteza terrestre.

El concepto sobre nuestro planeta ha variado considerablemente en los últimos años. No solamente el estudio de ecosistemas biológicos nos hablan de la Tierra como un gran viviente que mantiene su propio equilibrio vital, también los ritmos periódicos que se suceden en ella manifiestan el latir constante de un ser vivo; momentos de intensa actividad geológica y etapas en que parece reposar plácidamente, se suceden a lo largo de prolongados periodos geológicos. Nuestra Tierra ha dejado de ser una pelota de roca inerte acercándonos a los conceptos más antiguos que la consideraban un ser con energía y vida propios, que respiraba, asimilaba, envejecía y se transformaba con la edad.

Sabemos de antiquísimos y remotos tiempos donde continentes, mares, montañas y llanuras se distribuían de forma muy diferente a la actual. También los climas, la flora y la fauna ha variado considerablemente a lo largo de la evolución del planeta.

Uno de los aspectos del latir vital de nuestro planeta son precisamente estas etapas rítmicas de desgaste-renovación que experimenta periódicamente la corteza terrestre. La piel de la Tierra sufre renovaciones periódicas al igual que la de sus criaturas. Nos dice H.P. Blavatsky en Doctrina Secreta: Así como la tierra necesita reposo y renovación, nuevas fuerzas y un cambio de suelo, lo mismo le sucede al agua.

Cuando observamos un fenómeno podemos tener cinco preguntas importantes: ¿qué?, ¿cómo?, ¿cuándo?, ¿dónde? Y ¿por qué? Solemos tratar de responder a las cuatro primeras con todos los datos que podemos relacionar, ignorando la quinta: ¿por qué?, a qué razón o necesidad se debe la existencia del fenómeno o, dicho de otra manera, cuál es su finalidad y necesidad. Es una rémora que arrastramos de la concepción de un universo mecanicista; un pesado fardo difícil de abandonar, que aún pende sobre las espaldas de nuestra ciencia, abocada a una actitud excesivamente analítica y que no se complementa con una visión de síntesis unificadora.

Orogénesis y glaciaciones

Es una apreciación general y bastante evidente que los periodos glaciales tienen una coincidencia con los movimientos orogénicos que levantan cadenas montañosas y elevan antiguos fondos marinos.

Sabemos de la existencia de cuatro grandes movimientos orogénicos: Huroniano, acaecido en el Precámbrico, Caledoniano en el Silúrico, Herciniano en el Pérmico y Alpino en el Pleistoceno. También la existencia de cuatro grandes periodos glaciales sucedidos al final de cada uno de los movimientos orogénicos. Es decir: cuatro etapas de grandes transformaciones que terminan con un periodo glacial. Cada una de estas etapas ha estado marcada por un cambio evolutivo en la fauna y flora del planeta que ampliamente lo pobló en los periodos cálidos y tranquilos; si bien hay especies, sobre todo los insectos, que han sobrevivido sin evolución a lo largo de las edades, la mayoría han sufrido fuertes modificaciones o han desaparecido para dar paso a otras nuevas.

La Teoría de la Tectónica de Placas puede darnos aceptables razones sobre los plegamientos pero ninguna hasta ahora ha dado con la causa de los grandes periodos glaciales, que a intervalos se han sucedido en el planeta. Veamos qué nos dice Doctrina Secreta al respecto: … los periodos glaciales se deben a la perturbación… del eje. Asociando esta última afirmación con la indicada anteriormente que: …acarreado todo por revoluciones geológicas terminando por un cambio final en el eje de la Tierra. Observamos que esta perturbación del eje que se dice ocurrir al final de los grandes movimientos sería la causa de que al acabar el proceso sucediera una glaciación.

Se supone que previamente a un levantamiento orogénico se producen rupturas, hundimientos, movimientos de las placas, etc. Es decir, el preludio de la sinfonía está compuesto de fuertes cataclismos, rupturas que cicatrizan posteriormente; al final de los trabajos y esfuerzos de la crisis, un silencio de hielo se extiende por el planeta, que reposa.

¿Existe algún dato aportado por la ciencia actual que permita asociar el movimiento del eje con las glaciaciones? La respuesta es afirmativa.

De las tres primeras glaciaciones sabemos poco debido a su enorme antigüedad; invariablemente sucedieron en el hemisferio Sur las tres. Sus restos están repartidos por Sudáfrica, Brasil, Australia, India y la Antártida. De la que podemos hablar es de la última, la Cuarta, que por su proximidad nos puede aportar mayores datos.