La magia del muérdago

Es un hecho que los ciclos de la naturaleza afectan en diversos aspectos la vida de los habitantes del planeta. Solsticios o equinoccios marcan hitos de los que es imposible abstraerse. Pero, peso e ello, también están los ciclos de la psiquis humana, que se generan por fuerza de la costumbre cotidiana o simplemente por tradición. También están los ciclos físicos que no son otra cosa que la misma representación de la naturaleza ajustada a la naturaleza individual de cada ser.
En las sociedades modernas, a fuerza de los sistemas globalizados que imperan se tiende a adoptar formas cíclicas universales en la vida cotidiana de las sociedades. Diversas ceremonias como finalizar un período de estudios, celebrar un matrimonio, cumplir un año más de vida, nacimientos, periodos anuales de quinquenios, decenios, centenarios, milenios, etc., marcan señales que no dejan de ser momentos especiales de la vida que, quiérase o no representan momentos de cambio, goznes. También están los llamados santos y los días del maestro, secretaria, mujer, padre, madre, etc., que también son ciclos en los que se pone acento en algún aspecto de las características de la vida de las sociedades.
Muchas de las celebraciones modernas, si bien han perdido su fondo tradicional y porque no, esotérico, responden a vestigios de antiguas costumbres relacionadas con ciclos de la naturaleza, fuertes relaciones de orden religioso que están simbolizados en los elementos de la naturaleza y que no dejan de tener profundas raíces filosóficas, al alcance quizás sólo de los estudiosos.
Una de estas tantas costumbres muy antiguas que tiene su origen incluso confuso es esta de la Navidad y los símbolos que con ella se utilizan. El mismo hecho de la Navidad, que se entiende hoy en el mundo cristiano, como el recuerdo del nacimiento de Cristo, tiene origen quizás egipcio, y más recientemente con tradiciones germanas de cultos paganos, en clara rememoración al ciclo del solsticio de invierno en el hemisferio norte del planeta (solsticio de verano en el hemisferio sur). Históricamente la fecha del nacimiento real de Cristo se desconoce. En los Evangelios canónicos de Mateo y de Lucas hallamos algunas referencias, pero es en el Evangelio copto de Tomás y de Felipe, donde se habla más de los Reyes Magos, de los padres de la Virgen, de Ella misma, así como muchos otros detalles del Nacimiento: el asno, el buey, y la infancia de Jesús. La fecha del nacimiento de Jesús llegó a celebrarse el 2 de enero, 28 de marzo, 19 de abril, 20 de mayo, 239 de septiembre, hasta quedar fijada el 6 de enero. Posteriormente se trasladó a la festividad solar del solsticio de invierno, el 25 de siembre, haciéndola coincidir con las fiestas Saturnianas dedicadas al culto a Mitra, instauradas el año 274 a.C. Sobre ello se dice que esto se hizo para hacer coincidir las fiestas cristianas con los cultos paganos a modo de superposición, pero no olvidemos que los padres de la iglesia de aquella época conocían perfectamente los ciclos de la naturaleza.

ÁRBOL DE NAVIDAD
En relación al simbolismo del árbol de Navidad, la idea de representar el árbol con adornos brillantes, estrellas, bolas de colores, luces y nevadas parece provenir del Norte de Europa, pues en las mitologías escandinava y germana, el árbol era una tradición devocional; es la representación simbólica del árbol cósmico y los planetas, estrellas luces, etc. Son sus frutos.
Aunque muchas personas creen que el árbol de navidad es de origen romano, la verdad es que vino de mucho más lejos. Los antiguos egipcios celebraban el fin de año con una ceremonia en que llevaban una penca de palma que tenía doce hojas. Cada hoja representaba un mes del año. Al terminarse la ceremonia, encendían la punta de cada hoja y apilándolas todas en forma de pirámide formaban una hoguera en honor del dios Tor. Aquella costumbre fue variando hasta llegar el árbol de Navidad de nuestros días.
El símbolo navideño se introdujo en el sur europeo durante la Edad Media. Sin embargo, su simbolismo es tan antiguo como son los Misterios. Los sabios desde la más remota antigüedad, enseñaron a través de las Religiones a representar la Vida. En la Biblia se dan cita dos árboles: el de la vida y el de la sabiduría, que contiene la Fruta prohibida de la Ciencia del Bien y del Mal, situado en medio del Edén. Es decir, se representaban dos árboles, el Celeste con raíces en el Cielo, con sus frutos hacia la Tierra, y el Terrestre, imagen de aquel con raíces en la tierra, y entre ambos se produce un cruzamiento de las ramas o de energías.

LA MAGIA DEL MUÉRDAGO
El muérdago es una planta que todos asociamos sin querer con las Navidades. Colgada sobre nuestras puertas o adornando el árbol de Navidad, la vemos año tras año, normalmente de plástico, y bien poco o nada sabemos de ella, únicamente que un beso dado a la persona amada, bajo su influencia, nos deparará mucha suerte y amor eterno. ¿Pero qué es realmente el muérdago? ¿De dónde proviene la creencia de la magia de esta planta?
El historiador romano Plinio en su Historia natural, nos hablaba ya de estos sacerdotes y magos celtas explicando el complejo ritual del que se servían para su recolección, siempre en determinadas fechas del año y prefiriendo el muérdago nacido en los troncos de los robles. Lo utilizaban para protegerse de los rayos, de la maldad, de las enfermedades, para ayudar a las mujeres a la concepción, para hacerse invisibles, para curar heridas…El muérdago era su planta mágica por excelencia y los druidas lo recogían cuidando que no tocase el suelo, bien en el solsticio de verano o bien en el de invierno, siendo diferente por ello sus aplicaciones.
Las leyendas sobre el muérdago son innumerables; una francesa nos relata que en su origen esta planta era un árbol pero habiendo sido utilizada para construir la cruz donde Jesucristo sufrió su martirio y muerte, Dios la condenó a no obtener jamás un lugar en la tierra y a tener que depositar sus raíces sobre otros árboles. La leyenda del beso debajo del muérdago nos llega de mano del dios de la paz, Balder, este fue herido y muerto por una flecha de muérdago. Esto entristeció mucho al resto de los dioses, que conmovidos por los llantos de la amada de Balder, le restituyeron la vida para que continuase eternamente con su amor. Por ello, en tributo a esta pasión sin fin, Balder ordenó que cada vez que una pareja enamorada pasase por debajo de una rama de muérdago, se besasen para perpetuar su amor.
No estaban los antiguos druidas muy equivocados cuando consideraron al muérdago como su planta mágica, sus propiedades terapéuticas están hoy más que demostradas. Ahora sólo nos resta comprobar si un beso dado bajo un pequeño ramillete verde de esta planta realmente tiene la facultad de concedernos el amor eterno y toda la suerte que necesitamos para comenzar este año que entra.
Es un hecho que hay muchos otros símbolos extraños que envuelven esta fiesta cíclica, que si bien en el hemisferio sur más bien estamos en el día más largo del año y los símbolos se ajustan aparentemente más con las tradiciones del hemisferio norte, ha calado hondo en nuestra cultura que para desgracia, se ha ido convirtiendo poco a poco en una fiesta comercial, pero con un poco de esfuerzo podemos todavía aprovecharnos del momento y que sirva para poder estar en familia.

Bibliografía
La Rama Dorada. Frazer. Editorial Fondo de Cultura Económica
Revista Cuadernos de Cultura Diciembre de 1995.