Los cuatro rumbos del horizonte

La orientación espacial se articula sobre el eje Este-Oeste, marcado por las salidas y las puestas del sol. La orientación temporal se articula sobre el eje de la rotación del mundo, a la vez Sur-Norte y Abajo-Arriba.

Eduardo Arboleda Ballen
Revista Cultural Esfinge

Oriente y Occidente
Cuando oponemos Oriente a Occidente, como la espiritualidad al materialismo, la sabiduría al agitación, la vida contemplativa a la activa y la Metafísica a la Lógica, es en razón de tendencias profundas muy reales, pero de ningún modo exclusivas, que llegan a nuestra época más en forma teórica que efectiva, debido a la occidentalización progresiva de las élites orientales. El símbolo subsiste aunque fallen las localizaciones geográficas. Hay además otras razones para semejante dualidad. La principal es que el Sol se levanta por el Este y se pone por el Oeste. Los viajes al oriente son búsquedas de la luz.
La orientalización es un simbolismo particularmente querido por el Sufismo, que relaciona a Occidente con el cuerpo y a Oriente con el Alma Universal; Occidente, con su exoterismo, su literalidad, y Oriente con el esoterismo, ciencia espiritual; Occidente con la materia, Oriente con la forma. Oriente es el origen de la luz y corresponde a la primavera. Occidente corresponde al otoño, a la nube, al agua durmiente, al pantano, imágenes de la materia indiferenciada.
Los viajes sufíes comienzan con el exilio occidental, que es un retorno a la materia prima, a la purificación, al despojo alquímico, etapa necesaria antes de la reintegración a la fuente oriental del conocimiento. Muchas ceremonias se celebran en las fechas de fin del invierno y del verano, hacia el 18 de marzo y el 20 de septiembre, cuando el Sol, se pone más hacia el Oeste. Estas ceremonias avivan la fe de los fieles en el más allá.
La mayor parte de los templos precristianos se abren hacia el Sol levante, a excepción de los funerarios, abiertos hacia occidente. Oriente-Occidente es la dualidad existente entre la vida y la muerte, entre la contemplación y la acción.
Cuando en un suelo debemos escoger entre varias direcciones, la orientación elegida y las aberturas de la casa o templo tienen una importancia real, pues indican hacia dónde orientamos nuestra vida y cuáles son las influencias dominantes que penetran por puerta y ventanas de la edificación.
Y todo ello basado en un simbolismo tan simple como banal: el Sol nace por Oriente y muere por Occidente.
Sin embargo es algo tan real e irrebatible como la misma vida.
De un carácter más geográfico es la orientación Norte-Sur. En los países azotados en invierno por los vientos helados del Norte, este punto cardinal simboliza todo lo oscuro, y es desde el sur de donde llega el calor y con él todo lo bueno. La excepción la constituyeron aquellos pueblos de clima temprano y protegidos de los vientos polares, como es el caso de los griegos y los judeo-cristianos, que sitúan al Norte la morada de los dioses, invirtiendo los términos. Es por ello por lo que en los países cristianos el cielo está al Norte y el infierno al Sur, realizando las equivalentes Norte = arriba y Sur = abajo.
Resumiendo. Cuando nos orientamos, escogemos entre subir al cielo (Norte) o bajar al infierno (Sur); para volver a los orígenes (Este) o para resignarnos con nuestro destino (Oeste). En la Biblia, mirar a la derecha es mirar al lado defensor: allí está su sitio, como lo está el sitio de los elegidos en el Juicio Final; los condenados van a la izquierda; a la izquierda es la dirección del infierno, a la derecha la del paraíso (esto no tiene nada que ver con la política o los movimientos sociales).
Para la tradición cristiana el lado izquierdo es igualmente nocturno y satánico, por oposición al derecho, diurno y divino.
Por eso las misas negras incluyen el signo de la cruz hecho con la mano izquierda, y el diablo marca supuestamente a los niños que le son consagrados en el ojo izquierdo con la punta de uno de sus cuernos. Entre los griegos el lado derecho es el del brazo que blande la lanza. Los presagios favorables aparecen por la derecha, que simboliza la fuerza, la destreza, el éxito. La palabra latina sinister (izquierda) ha formado en castellano siniestro. La única distinción entre siniestra y diestra es, además de los puntos cardinales Este y Oeste, el sentido del recorrido del Sol; es derecho lo que va en el mismo sentido que el Sol; es izquierdo lo que va en sentido opuesto. En las circunvalaciones rituales de la catedral, por ejemplo, girar de izquierda a derecha es propicio, mientras que hacerlo de derecha a izquierda es nefasto; este giro no se ejecuta más que en las ceremonias fúnebres.
En la tradición cristiana la diestra posee un sentido activo y la siniestra es pasiva.
La derecha también significa el porvenir, y la izquierda el pasado sobre el cual el hombre no puede influir: la diestra posee un valor benéfico y la siniestra aparece como maléfica. La derecha expresa la sagacidad de la razón y se ejerce en el esfuerzo. La izquierda, amiga del reposo, designa la vía contemplativa y la sabiduría, y se realiza en la paz y en el silencio.

La cruz y los puntos cardinales
La cruz dirigida hacia los cuatro puntos cardinales es, en principio, la base de todos los símbolos de orientación, en los diferentes planos de existencia del hombre. Su orientación total exige un doble acuerdo: la orientación espacial en relación a los puntos cardinales terrestres y la orientación temporal, en relación a los puntos cardinales celestes.
La orientación espacial se articula sobre el eje Este-Oeste, marcado por las salidas y las puestas del Sol. La orientación temporal se articula sobre el eje de la rotación del mundo, a la vez Sur-norte y Abajo-Arriba. El cruce de ambos ejes mayores realiza la cruz de orientación total. La concordancia en el hombre de las dos orientaciones, animal, espacial y temporal, con el mundo supratemporal trascendente, por y a través del medio ambiente terreno.
La cruz tiene, en consecuencia, una función de síntesis y medida. En ella se unen el cielo y la tierra. En ella se entremezclan el tiempo y el espacio. Ella es el cordón umbilical jamás cortado del cosmos ligado al centro original. Es intermediaria, mediadora, aquello que es por naturaleza reunión permanente del universo y comunicación Tierra-Cielo, de Arriba-Abajo, y Abajo-Arriba. Es la vía de la comunicación.
Es la cruz la que recorta, ordena y mide los espacios sagrados, como los templos.
Marca las encrucijadas, y en el punto central se eleva un altar. Centrípeta, su poder es también centrífugo. Ella explica el misterio del centro. Es difusión, emanación pero también reunión, recapitulación. Posee el valor del símbolo ascensional, un árbol cuyas raíces están en el infierno (entrada Oeste) y cuyo vértice está en el trono de Dios y engloba al mundo entre sus ramas. Es el puente o la escala por donde las almas de los hombres suben hacia Dios. Tiene siete escalones (su altar) por ser un árbol cósmico que representa a los siete cielos.