Los ríos

“Guardaos, dijo Hesíodo, de atravesar las aguas de los ríos de eterno curso antes de haberles dirigido una plegaria, con los ojos fijos en sus espléndidas corrientes, antes de haber mojado vuestras manos en su onda agradable y límpida”.
Los Ríos son hijos de Océano y de Tetis. Hesíodo cuenta tres mil. Todos los pueblos de la antigüedad los honraron como a divinidades. Tuvieron sus templos, sus altares y sus víctimas preferidas. Se les inmolaba de ordinario el caballo y el toro. Su fuente era sagrada. Se suponía que el Río, divinidad real, tenía su palacio misterioso en una gruta profunda en la que ningún mortal podía penetrar sin un favor divino. Es allí donde el dios, rodeado de una multitud de ninfas, que se apresuran a acompañarle y servirle, gobierna como dueño y vigila el curso de sus aguas.
Por una ficción graciosa permitida a los poetas, Virgilio en el libro cuarto de las Geórgicas, ha reunido una sola gruta, en la fuente del Peneo, en Grecia, todos los Ríos de la Tierra. Salen de allí con gran ruido y parten en diferentes direcciones por canales subterráneos para llevar a todas las comarcas de la Tierra con sus aguas bienhechoras, la vida y la fecundidad.
Los artistas representan generalmente a los Ríos en la figura de respetables ancianos, símbolo de su antigüedad, de espesa barba, larga cabellera y una corona de juncos en la cabeza. Acostados en medio de cañas, se apoyan sobre un ánfora de donde sale el agua de la corriente que ellos presiden. Este ánfora está inclinada a nivel para indicar la velocidad o la tranquilidad de su corriente.
En las medallas vemos a los Ríos colocados a derecha o izquierda, según que corran hacia Oriente o hacia Occidente. Se les representa alguna vez en forma de toros, o con cuernos, sea por los murmullos de sus aguas o porque los brazos de un Río recuerdan las astas de un toro.
Los Ríos de corriente sinuosa son representados como serpientes alguna vez. Los arroyos que no desembocan en el mar son representados preferentemente con figura de mujer, de forma joven imberbe o de niño.
Cada Río tiene un atributo que le caracteriza y que ordinariamente es escogido entre los animales que pueblan el país que riega, entre las plantas que crecen a sus orillas, o entre los peces que viven en sus aguas.