La filosofía ante el síndrome del pánico

Para comenzar es necesario diferenciar entre lo que es miedo y lo que es pánico.

El miedo es una interrupción súbita de un proceso de racionalización. La primera cosa que nos sucede cuando sentimos miedo es una interrupción súbita del proceso de racionalización, perdemos la capacidad de racionalizar cualquier situación.
Generalmente, cuando sucede algo, agarramos un preconcepto, pensamos, muchas veces sin saber exactamente que está sucediendo y generamos una especia de fantasía mental.
Es fácil observar como en situaciones de peligro las personas hacen cosas que justamente son las que no deberían hacer y ¿por qué? Porque piensan saber qué es lo que está sucediendo.
Si alguien viene en un auto, entra en una curva con exceso de velocidad y piensa, la primera cosa que va a hacer es frenar. Si frena va a justamente provocar la desgracia, porque ese es el peligro: frenar en una curva yendo a una alta velocidad.

El miedo, en principio, tiene la capacidad de evitar que hagamos algo mentalmente, crea una situación de espera para cualquier proceso mental.
El miedo como sensación es una parada súbita de todos los procesos de motivación, es decir, además de la parada de los procesos de racionalización, también crea una parada súbita de motivación.
Un tercer punto relacionado con el miedo es el bloqueo de todas las funciones fisiológicas, por un instante no podemos hacer nada, ni pensar, ni sentir, ni hacer.

Ahora les pregunto: si estamos caminando de noche por un camino y de repente el camino termina abruptamente en un precipicio de 50 metros y, sin saber, vamos llegando a ese precipicio y sentimos miedo y ¿qué hacemos? Paramos. El miedo paraliza, inhibe. Entre las primeras cosas que vamos a hacer es detenernos antes de caer al precipicio. Ese es el miedo. En principio eso es bueno, porque esa parada súbita nos avisó que estamos ante una situación de riesgo y que es mejor quedarse quieto.

Desde ese punto de vista el miedo es una fuerza que tiene como objetivo evitar peligros de cualquier naturaleza y actúa como una señal que interrumpe cualquier acción imprudente.

Nuestra cultura no nos prepara para enfrentar el miedo, mas bien nos enseña que no tenemos que tener miedo, y es por eso, que reaccionamos mal ante el miedo. Por ejemplo cuando un niño no quiere comer y la mamá le dice: si no comes, papá te va a pegar. Cuando el niño entre en ese condicionamiento, termina comiendo con tal que el papá no aparezca. Entonces, el miedo es utilizado como elemento de manipulación, para subyugar para dominar a las personas. Pero no es que el miedo sea eso, sino porque las personas utilizan al miedo como mecanismo para eso. El hecho es que acabamos teniendo miedo del miedo, y para no sentir miedo pagamos cualquier precio.

Así el miedo, como vimos, es una fuerza de la naturaleza, existe desde el fondo de los tiempos y tiene una función natural de protección,

Lo que causa problemas en situaciones de riesgo no es el miedo propiamente dicho, sino la temeridad o el abandono de sí mismo. La situación de inconsciencia del miedo o el miedo al miedo genera pánico.

Cuando una persona está con pánico, no está con miedo, está con una especie de delirio, de locura. Con miedo una persona se detiene expectante ante una situación y se vuelve completamente inhibida. Con pánico ella sale corriendo y se golpea la cabeza contra la pared.

El pánico se manifiesta por la ignorancia de no saber interactuar con el miedo. Cuando surge el miedo por algo que sucede, nos desesperamos porque estamos parados, no aguantamos y, entonces caemos en el delirio del pánico. Cuando el miedo surge y nos deja paralizados, tenemos que quedarnos parados y no desesperados.

Si uno va caminando por algún lugar donde hay una serpiente, y hay un amigo que viene por el otro lado y que no la ha visto, le digo:”¡Quieto, hay una serpiente!” eso es miedo. Si sucede lo mismo y yo digo: “¡Ahí la serpiente, la serpiente!” y él sale corriendo, eso es pánico.
La autosugestión es muy poderosa. Hay situaciones en que se simulan otras situaciones y por la autosugestión algunas personas pueden tener un ataque de pánico.

El pánico tiene poder de sugestión, de crear situaciones irreales, de hacerlas presentarse como si fuesen la mayor realidad, pero es sólo sugestión. Es una gran ilusión que se manifiesta cuando no se quiere lidiar con el miedo.

La cesación de las funciones provocadas por el miedo aporta un estado de conciencia-percepción aguda, que permite reconocer el peligro y activar los mecanismos de supervivencia.
Si queremos que alguien luche por su supervivencia, no intentemos evitarle el miedo, porque si retiramos el miedo la persona pierde esa capacidad. Si es consciente del miedo y “se afirma sobre sus pies”, tendrá grandes posibilidades de sobrevivir, porque existen mecanismos de supervivencia en el cuerpo que son poderosísimos, pero nosotros con el pánico los inhibimos.

Entonces hay que entender que el miedo, siendo natural, es un mecanismo de protección con el que nosotros nos defendemos, utilizando nuestros mecanismos de supervivencia. El pánico no.

El pánico genera impotencia y negación de cualquier posibilidad de sobrevivir. Cuando una persona entra en pánico ella quiere morir, por increíble que nos pueda parecer, ella prefiere morir.

El pánico debe ser evitado a cualquier precio, el miedo no. Es una cuestión de supervivencia. Si estoy en medio del mar, encima de una tabla y me desespero pensando que me voy a ahogar, termino cayendo y perdiéndola. El miedo dice: “quédate quieto, por el amor de Dios, es sólo una tabla y es la única oportunidad que tienes. Y no es ella quien va a salvarte, sino el que te quedes quieto sobre ella.
María Soledad de Jorge
Extraído del Libro Como Lidiar con el Miedo del Prof. Michel E. Isasa