Practicidad de la filosofía

Eduardo Arredondo

La mayor parte de gente conciente o inconcientemente tiene una filosofía mediante la cual rige su vida.

No es necesario empezar por la tan conocida referencia que filosofía significa etimológicamente del griego “amor a la sabiduría” y siguiendo el pensamiento aristotélico “el hombre ansia saber porque rehuye ser ignorante”. Prácticamente, la mayor parte de gente sin conocer la referencia etimológica del vocablo filosofía posee unos objetivos que alcanzar con su vida, guían sus vidas por determinados valores, adoptan determinadas costumbres, luchan por lograr ciertas metas y conciente o inconcientemente esto constituye su filosofía de vida. Por ejemplo un hombre que quiera ganar y acumular dinero con ansia desmedida considerando a este el mayor valor existencial, quizás lo sepa o quizás no, pero su filosofía de vida es utilitarista y material. Otro sujeto que busque los placeres de manera desmedida creyendo que ello es lo mejor a lo que pueda dedicar su vida, pueda ser que lo sepa o no, pero es un hedonista. Y así, existe gente que mas o menos sabe lo que es y a lo que se dedica, pero aun se da algo que es impropio de la naturaleza humana, existe gente que no sabe por que vive, gente que se considera un accidente en la vida, gente que como decía Jorge Ángel Libraba, no saben porque viven, no saben porque sufren, no saben porque tienen que morir.

¿Cuál es la manera natural a la que el ser humano esta llamado a vivir?

Debemos poner en claro desde un principio lo siguiente. El ser humano no existe para tan solo sobrevivir. Los minerales sobreviven, el reino vegetal sobrevive, el reino animal sobrevive, pero el ser humano tiene algo más que los mencionados reinos, posee alma individual con sus cualidades psicológicas de conciencia, capacidad de razonamiento y comprensión, en otras palabras, mientras que los otros reinos de la naturaleza no saben porque viven, el ser humano si es capaz de saber por qué y para qué está viviendo.

El ser humano es capaz de desentrañar el misterio de la vida, capaz de entender el orden de la vida en el que el ha sido puesto y capaz de cumplir su destino de acuerdo al plan para el diseñado.

Ahora bien, ciertamente el ser humano tiene parte de animal y parte de ángel. Si prevalece su parte animal, no va a querer comprender el plan de la vida de la que forma parte, va a violar las leyes del orden en el que ha sido situado, se va a separar del orden natural. En otras palabras va a trabajar ignorantemente por su propia destrucción.

Al presente la situación es bastante peligrosa, pues en la naturaleza todo es un balance de fuerzas y energías. Si se esta dentro del plan natural, entonces prevalece la armonía y bendiciones llueven sobre el hombre, pero si se esta masivamente en contra del orden natural entonces lo que ha de esperarse son catástrofes, sufrimientos y destrucción. Por ello se a de reconocer que el tiempo contemporáneo es peligroso, porque el balance entre las fuerzas de la naturaleza o del bien y las fuerzas del desorden o del mal se inclinan pesadamente a favor de lo ultimo. Decididamente se debe hacer todo el esfuerzo posible para que la humanidad no tenga que empezar otra vez desde cero.

Ciertamente al presente se vive una gran confusión, las gentes que poseen gran poder material en el mundo contemporáneo utilizan su tiempo en refinamientos sofisticados y en continuar acumulando mayor riqueza y no se dedican a la búsqueda y practica de las virtudes que son las que llevan a la cúspide de la realización humana. Por ello la presente civilización no puede ser calificada como sabia o prudente, es una civilización materialista e ignorante que en vez de unificar a los individuos los separa, civilización que en vez de respetar la naturaleza en la que esta insertada procura destruirla, civilización que en vez de reconocer la existencia y supremacía del Espíritu, lo olvida y se dedica casi exclusivamente de lo material. Preguntémoslos si una forma de vida como esta perece realmente ser llamada forma civilizatoria.

Bogando contra la corriente

El poder de la forma establecida es tan grande que solo las individualidades realmente espirituales pueden pararse por si mismas y resistir su influjo.

Los medios de comunicación masiva están en manos de víboras tragamonedas que sensual e instintivamente manipulan a las poblaciones para que respondan a sus intereses egoístas. Los canales de televisión, la Internet, los periódicos, las revistas, los libros, las películas, los carteles que vemos en las calles, en su mayor parte muestran y promueven consumismo, violencia sensualidad, el ansia de poseer bienes materiales.

Se considera triunfante a la persona que consigue hacer dinero en corto plazo sin importar mucho los medios que para ello utilice. Hay una fuerte competencia por conseguir puestos de trabajo con altas remuneraciones porque “se tiene que vivir bien” . Todo esto desde luego no significa otra cosa que materialismo. En otras palabras el ansia de triunfo en el plano material hace que se olviden los componentes psicológico y espiritual del ser humano. Esta visión amputada de la vida, es la razón de la desgraciada situación de la presente forma de vida.

Ciertamente la mayor parte de gente responde a los componentes materiales y aun animales del ser humano. Estas gentes no se detienen a pensar, simplemente van con la corriente, han sido programados por los medios de comunicación masiva, por las costumbres de su sociedad, por el influjo de sus padres, son gente rebaño. Esta gente debe ser despertada de su letargo pasivo.

Así como hay gente que automáticamente responde al influjo material, también hay gente que seriamente quiere saber cual es la razón de la vida humana y cómo esta debe ser vivida. Esta gente guía su vida por sólidos principios racionalmente asimilados. Con fuerte y determinada voluntad no se dejan arrastrar por la corriente materialista. Viven según los reales y naturales principios de la vida. No reaccionan automáticamente ante los estímulos, sino que analizan las situaciones para guiar sus acciones en justicia, bondad y verdad. Recordando el mito platónico de la caverna, han vislumbrado la supremacía del Espíritu sobre la materia y se guían por los principios reales de la existencia y desde luego habiendo visto la verdad no quieren que sus congéneres vivan en confusión, en tinieblas, peor aun trabajando para su destrucción. Esto es bogar contra la corriente y es trabajo de la filosofía a la manera clásica construir este tipo de individualidades.

Conocernos a nosotros mismos. Darle el real sentido a la vida

Mientras que el hombre piense que es sólo materia, viva tan sólo para lo material, se vea en el espejo y diga este soy yo. Habrá una parte bastante importante de su ser que aun no consigue valorar. Nuestro real ser es el alma individual que poseemos. Más que la vestidura física es el alma la que debe ser pulida. El alma no se pule con finos ropajes sino con la realización de las virtudes y esta es la practicidad de la filosofía, hacer que el ser humano encuentre su individualidad trascendental. En esta forma de vida se da a la materia lo que a la materia corresponde y al Espíritu lo que al Espíritu corresponde. Esto es encontrar la raíz espiritual de la vida.

La verdadera misión de la vida humana en esta Tierra no es acumular cosas, gozar sensualmente, poseer poder u obtener gloria, etc. Las filosofías más importantes concuerdan que en el comienzo, – si se puede hablar de un comienzo,- Dios emanó pasando de lo inmanifestado a lo manifestado y la manifestación es una en esencia pero aparentemente diversa en forma, así, el involucionar fue trabajo de Dios, pero respecto a la humanidad la evolución es trabajo y responsabilidad individual y colectiva del hombre. Esta es la verdadera misión del hombre sobre la Tierra, evolucionar concientemente en el sendero de retorno hasta lograr identificarse con aquello de donde procedió el Uno Absoluto. Vivir de acuerdo a esto es darle un real, un verdadero sentido a la vida humana. Este es un trabajo práctico de la filosofía.

Bien sabemos que a un mundo que lucha por sobrevivir, el hablar de los verdaderos valores y el real sentido de la vida suena más que extraño. “Como voy a pensar en esas cosas sino tengo para comer”. Y tienen razón, aquí entra en juego otro de los valores naturales y trascendentes de la filosofía práctica. La vida universal es una, la humanidad es una, por lo tanto el compartir es virtud humana y social. No puede ser que ocurra lo que ahora se da que unos tengan en demasía y otros no tengan para subsistir. Hay suficientes recursos y alimentos, lo que ocurre es que no están apropiadamente distribuidos. Palabras de un filosofo: “La Tierra tiene suficientes recursos para las necesidades de cada quien pero no para las avaricias de cada quien”.

Dado que el ser humano es un ser social, las virtudes sociales son de vital importancia para tener sociedades saludables, justas, en las que la vida se desarrolle en armonía. Son importantes virtudes sociales por las que desde siempre la filosofía ha luchado para que sean establecidas en las sociedades : fraternidad (la humanidad es una única familia), solidaridad (compartir con los necesitados), justicia (dar a cada quien lo que le corresponde en las transacciones o intercambios), respeto mutuo (no hagas a otros lo que no te agradaría que te hicieran), fortaleza (resistir las pruebas de la vida).

El cumplimiento del plan natural

Otro aporte práctico de la filosofía, es que permite ver hacia el futuro y hacia el pasado. Permite conocer el esoterismo de la vida humana, como a devenido su pasado y a donde se tiene que llegar en el siguiente estadio de vida. La filosofía permite comprender que existe un plan evolutivo en la naturaleza que es inteligente y sagrado porque no es un plan hecho por los humanos sino un plan al que los humanos están sujetos. Al comprender esto se inclina la cabeza con abnegación y respeto. Como decían los Druidas
“Cúmplase Señor tu Voluntad y no la mía”.

Decididamente la filosofía cuando bien entendida y vivida, cuando no es filosofismo intelectual sino una forma sabia de vida, ayuda al individuo y a la sociedad a cumplir a cabalidad los requerimientos de la vida humana, pues sus enseñanzas no son sólo para entenderlas sino para realizarlas vitalmente.